#0053 Práctica de la Presencia (El Morya)
La primera vez que cobré conciencia de “la Práctica de la Presencia” fue al traducir la biografía de Emmet Fox realizada por Harry Gaze (“Emmet Fox:El hombre y su obra”), y encontrarme que las raíces del Movimiento “Nuevo Pensamiento” se extendían a los Cuáqueros del siglo XVI y a un monje frances del siglo XVII llamado “Frère Laurence” (Hermano Lorenzo).
En su librito titulado “La Práctica de la Presencia”, Frère Laurence expone cándidamente lo que para él constituye el “orar sin cesar”, el “estar con Dios”…. el “practicar la Presencia”. Y me resulta de lo más refrescante encontrar la siguiente selección en el Discurso que el amado Maestro Ascendido El MORYA nos ofrece en “Luz de los Maestros Ascendidos”, la cual quiero compartir con ustedes.
No sólo la Ley Cósmica lo permite, sino que exige que la humanidad utilice las Palabras “YO SOY” con la Comprensión de que constituyen el Poder Infinito, y que cada uno tiene esta gran “Presencia de Dios” individualizada, la cual suministra Vida e Inteligencia para actuar. Sólo existe esta Fuente Una, un Punto o Foco de Luz al cual pueden acudir. A menos que lleguen a este Punto en su atención, no podrán tener Su Liberación y Perfección. Tampoco ustedes ni nadie en la Tierra podrá expandir la Luz en gran medida, hasta que le den su atención a su propia “Magna Presencia YO SOY” y la mantengan allí.
Con esto no quiero decir que tengan que interrumpir sus actividades diarias a fin de darle su atención a la “Presencia”; pero cuando tienen un momento de calma en su actividad externa, pueden volver su atención a la “Magna Presencia YO SOY”. Por ejemplo, las damas o los caballeros que trabajan en tiendas por departamentos pueden regresar a la “Presencia” durante algunos momentos entre actividades —aún cuando su atención esté constantemente orientada aquí, allá y por doquier con respecto a los requerimientos—. No hay persona que no tenga uno o dos minutos en los cuales pueda volver su atención a la “Presencia” y recibir Su Carga de vuelta a sí mismo y a su mundo. Esto se llama “la Práctica de la Presencia”; y cuando lleguen a hacer eso, amados Míos, encontrarán tales resultados que satisfarán al más exigente.