#0056 ¿Lento el progreso? (Jesús)
Jorge comenta:
Puede que se deba al movimiento de la era, quién sabe, porque últimamente he estado recibiendo, especialmente de gente joven, correspondencia en la que indican su exasperación e impaciencia con la “lentitud” con que se desenvuelve su búsqueda espiritual. Uno por allí me insinuó la fabricación de cintas subliminales para estudiar los libros de los Maestros mientras dormía (a lo cual le contesté que bastaba con hacer el Llamado a los Maestros para ir a su Templo durante el sueño, y recibir de boca de Ellos la instrucción escrita). Sin embargo, la… digamos, “queja” está latente o manifiesta en muchos Estudiantes de la Luz en cuanto al “paso de tortuga” en el Sendero Espiritual, y consideré apropiado valerme de la Instrucción que, sobre este tenor, nos ofrece el Amado Maestro Ascendido JESÚS.
Tomado del libro “Los Maestros Ascendidos escriben el Libro de la Vida”.
¡Amados Hijos de la Vida, Amados Hijos del Padre, amados amigos de tantas eras! Son ustedes aquellos con quienes compartí tantos peregrinajes, con quienes Me paré frente a tantas iglesias, con quienes adoré sobre tantos altares en el largo trayecto de la evolución. Ustedes han estado buscando el Reino de Dios, el uso correcto de la energía de la vida y la devolución de la maestría autoconsciente. En cada latido del corazón, esta maestría es parte del recuerdo de los días antes de que las sombras cubrieran la Tierra, cuando hombres y mujeres caminaban en libertad, dignidad y maestría. El uso de la vida estaba consagrado y dedicado a expandir las fronteras del omniexpansivo Reino del Cielo, y a tejer en patrones de forma la magnífica perfección conocida en los niveles internos de conciencia.
La energía inquieta y agitada que impulsa al alma a buscar la Verdad, está motivada por esas memorias de la Maestría y Dignidad Divinas, a lo cual había nacido cada conciencia individual, y a lo cual, algún día, toda conciencia habrá de regresar.
Quisiera —a través de la palabra hablada— transmitirles una parte de Mi conciencia, la cual he buscado a través de las edades. Esta conciencia se sobrepuso a las sombras, a las limitaciones, a las cadenas y a las apariencias del mundo a través de la seguridad y confianza en el Poder de Dios.
Esta es la confianza que viene mediante la contemplación, mediante la Aplicación y mediante la dedicación de sus energías vitales hasta que sus sentimientos ya no juren más lealtad a las sombras; hasta que las energías de sus auras ya no sean puestas en movimiento turbulento por esas apariencias temibles (en realidad, dichas apariencias no tienen más poder que el que ustedes les dan); hasta que cada uno de ustedes llegue a la completa madurez de su propia Conciencia Crística. Una Conciencia Crística así es la que subyuga todo sentido de lealtad a las apariencias que atemorizan, angustian y molestan a la humanidad de la Tierra.
Todo lo que se requiere es un hombre así, anclado en sentimiento en el Omnipoder de Dios, para transformar las energías de las masas. Es con el fin de educar y desarrollar en sus sentimientos esa convicción, esa seguridad de que el poder de Dios invocado actúa sin nunca fallar, que venimos una y otra vez. En cada una de estas visitas, anclamos un poco más de la sustancia ígnea de Nuestros Mundos en el mundo de sus sentimientos, en su conciencia mental, en sus cuerpos etéricos y físicos.
Después de visitas como estas, otra parte de las energías de sus diversos vehículos queda permanentemente calificada y consagrada por Dios, y esta nunca más vuelve a ser calificada por las creaciones de la octava humana.
Sabio es aquél que pone su conciencia dentro de (y presiona sus cuerpos contra) la presencia viva de los Maestros de Sabiduría; y, vía el contagio, absorbe en su ser esas energías de confianza y fe en el poder del Todopoderoso.
Para ustedes, que tanto se aferran a las creencias de las edades, luce lento este proceso de transmutación, esta manifestación en obras de aquello que su conciencia agarra mentalmente. Sin embargo, créanme cuando les digo que el tejido de las cadenas y la traída de las energías de limitación a sus mundos, ha sido también un proceso excesivamente lento. Esto ha ocupado el libre albedrío de sus vidas y el uso de sus facultades durante millones y millones de años.
Por tanto, no se desanimen en sus primeros empeños por ordenar los mundos de sus conciencias, por sacar de sus templos individuales los múltiples temores acechantes, las dudas, las sospechas e incertidumbres. Si pudieran ver con la Visión Interna los siglos tras siglos que sus corrientes de vida han empleado en atraer esos desagradables visitantes a sus templos, se alegrarían de que están encontrando la libertad y el acceso al Reino de los Cielos con la rapidez que lo están logrando ustedes.